Con
una pizarra al hombro, un grupo de profesores recorren y vagan por las
montañas kurdas, en la frontera entre Irán e Iraq, tras un bombardeo en
el Kurdistán y a la búsqueda de alumnos. La lucha diaria por la
supervivencia no deja a la población ni tiempo ni fuerzas para aprender.
Después de un ataque de un helicóptero del ejército los profesores se
separan. Uno de ellos, Said, encuentra un grupo de ancianos de Irak que
intentan volver a ver la tierra donde nacieron, en territorio iraquí.
Consigue ganarse la confianza del grupo usando su tablero como
transporte para uno de los mayores. Said entonces intenta conseguir la
mano de Hahaleh, la hija del hombre viejo, ofreciendo su tablero como
dote.
Mientras tanto, su compañero, el profesor Reeboir se encuentra entre un
grupo de niños dedicados al contrabando de objetos robados, para
quienes la educación tiene poco valor. Endurecidos por la cruda realidad
de la existencia en las montañas, los muchachos procuran sobrevivir
pasando mercancías de contrabando a través de la frontera entre Irán e
Irak.
La
guerra se mantiene siempre en un segundo plano, pero está omnipresente
en el constante ruido de las ametralladoras.
¡¡Una película diferente donde quizás
podamos aprender a darle valor a
ciertas cosas!!
Escena:
0:00:41 - 0:04:22 (Escena 1)
un
grupo de profesores recorren y vagan por las montañas kurdas, en la
frontera entre Irán e Iraq, tras un bombardeo en el Kurdistán y a la
búsqueda de alumnos.
- Gracias por el agua
-dice Said.
- ¿Dónde fuiste ayer? -pregunta uno de los
compañeros de viaje.
- A Dezle. Buscando alumnos. Pero no hubo suerte. No pude encontrar
ninguno. Estuve tres día allí. Ni uno
-dice contrariado
Said, lamentándose de no haber sido pastor, como le había aconsejado su
padre.
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Escena:
0:14:30 - 0:16:19 (Escena 2)
Said
llega a un pequeño pueblo a la búsqueda de "clientes"

- Tablas de multiplicar.
Vengan y aprendan a multiplicar.
Una vez dos es dos. Dos veces dos son cuatro. Señora. ¿Necesita un
maestro? |
Escena:
0:18:00 - 0:20:35 (Escena 3)
Por
su parte Reeboir intenta convencer al grupo de muchachos contrabandistas
de la importancia de saber leer, escribir, sumar...

Puedes aprender a sumar... restar, hacer tus propias cuentas sin
ser engañado... Tan bueno es todo eso. Podrías estudiar o encontrar un
trabajo -insiste Reeboir
- Hacer las cuentas... eso es genial para un jefe... nosotros somos
mulas... siempre en movimiento... ¿Cómo quieres que leamos? Para leer hay
que estar sentado - contesta el niño.
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Escena:
0:40:55 - 0:41:54 (Escena 4)
Said
intenta enseñar a su flamante esposa. Al negarse ésta, le pone notas bajas
y ceros...

- Como te has negado a responderme, te pondré un cero... pero como eres
una buena chica, te pondré un dieciocho. Dieciocho. ¿Por qué te niegas a
aprender? Soy el mejor maestro de la zona. Todos mis alumnos tienen...
veinte. Más de veinte. Te mereces un cero. ¡Te daré dieciocho! |
Escena:
0:57:45 - 1:00:32 (Escena 5)

- Una vez dos son dos. ¿Por qué estás huyendo? ¿He hecho algo mal? Si
las Matemáticas son más difíciles, te enseñaré a leer. Repitan conmigo...
¡Te quiero! Mira, es fácil. Dilo. Mírame. ¿Qué clase de estudiante eres
tú? Te daré un ocho. No, no un ocho. Así no aprobarás. Te daré un diez.
Así pasarás. Dilo. Te daré un cero. Al menos dime que no me quieres. Aquí
viene otro cero. Ahora un cero para tu hijo. Le pondré un cero a tu padre.
Me pondré un cero a mí mismo... por haber sido tan estúpido como para
seguirte. ¿Qué clase de vida es ésta? Adiós
-
Le dice Said a su esposa. |
La crítica
Makhmalbaf y el director de fotografía Ebrahim
Ghafouri, en las más arduas condiciones de rodaje, crean una lona visual
efectivamente realista —el sentido del sufrimiento y la dificultad es
intensa y palpable—, pero ocasionalmente irreal, donde lo literal y lo
metafórico se entrelazan mágicamente. Animado por una actuación natural de
su troupe de actores no profesionales y rodado con un fondo devastador y
pesimista, incluso a la luz de las joyas recientes tales como "El círculo",
"El viento nos llevará" y "Una época para los caballos borrachos", "La pizarra"
resalta como magnífico trabajo: áspero, dinámico y políticamente astuto.
No está claro que las pizarras tengan un
significado per se. La imagen central de la película es el conocimiento
abandonado, obligado a probar y venderse a sí mismo en un mundo donde no
hay sitio para él. Es mucho más que una película humana, pero tampoco
puede ser considerada estrictamente política. Presenta un espacio sin ley
donde los protagonistas deben valerse por sí mismos.
Óscar Díaz
En una de esas metáforas que tanto agradan a su
progenitor (en su episodio del tríptico "Tales of kish", un hombre
escuálido atravesaba el desierto llevando una puerta sobre sus espaldas),
en esta película de Samira Makhmalbaf, dos maestros, famélicos y sin
escuela, recorren el Kurdistán iraní cargando con grandes pizarras. Tiene
esta película secuencias sobrecogedoras que tampoco excluyen algunos
toques de humor, en su retrato de gentes cultural y económicamente
desheredadas, víctimas de la ignominia representada por dictadores que
exterminan cualquier vestigio de humanidad y manipulan conciencias y
creencias.
Lluís Bonet Mojica
El contraste entre la claridad de lo asible y la
opacidad que surge en la distancia, en cielos tamizados o velados, también
embarga "La pizarra", el segundo y más ornamental filme de Samira
Makhmalbaf. Los momentos de mayor belleza son aquellos en que su idea de
que "las montañas hablan" se hace concreta y no ya metafórica: el viento
que trastabilla a los profesores, pues aquí la tierra tiembla; los
paisajes áridos y neblinosos que contienen la cautela de los vivos ante
los negros augurios de la muerte, con su vuelo sobre los terrizos ocres
Gonzalo de Lucas
Consiguió el Premio del Jurado en el Festival de
Cine de Cannes 2000.
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